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jueves, 27 de febrero de 2014

Peter Real

La joven de cabellos dorados miró por la ventana de su casa en el casco antiguo de Londres. A lo lejos, el Big Ben emitía las últimas campanadas de la noche. Y algunos copos de nieve empezaron a caer sobre la oscura ciudad.
Sus ojos azules buscaban a alguien a quien seguramente nunca más volvería a ver.
La muchacha se llamaba Wendoline en nombre a su tatarabuela, que descubrió una nueva especie de ave un día que fue al campo de paseo.
Tenía un nombre antiguo para una chica de 17 años, por eso en su barrio la conocían simplemente como Wendy, Wendy Darling.
El invierno estaba por acabar, aunque para ella todo empezó hacía unas semanas. Todo empezó con el baile, y con sus padres, y con la perra San Bernardo, llamada Nana que tenían.
Todo empezó con un chico llamado Peter.


-Hija, cuida de tus hermanos mientras estamos fuera, últimamente están con tonterías de piratas y se van a acabar haciendo daño- Su madre era una buena persona, aunque cascarrabias en los momentos más inoportunos.
-Pero mamá... Ya somos mayores joe- El pequeño Michael fue quien pronunció estas palabras.
-Es cierto. Ya casi me afeito- Replicó John mientras se rascaba la barbilla.
-Hijos, ¿por una vez que vuestro padre y yo queremos salir y me montáis tanto escándalo? Deberíais preocuparos más, que vuestro padre se pasa todo el día en el Banco trabajando.
-Mamá, estate tranquila, no nos pasará nada. Te lo juro- La sonrisa de Wendy acabó por callar a su madre, que enseguida se fue a preparar para la fiesta de navidad.

Se fueron los dos padres, no sin antes avisar a sus hijos de las consecuencias de portarse mal, pues Nana les estaría 'vigilando'.
-Nana nos dirá cómo os habéis portado, así que espero que os portéis bien, o si no este fin de semana os dejamos sin ir al cine.
Nada más soltar eso cerraron la puerta tras de sí, por lo que los pequeños empezaron a saltar sobre el sofá gritando frases piratas.

Cenaron y se fueron a la cama, pues Nana les empezó a ladrar amenazándoles con despertar a los vecinos si no se iban a dormir.
-Joo Wendy, no vale. No tenemos sueño- John decía eso mientras bostezaba echado en su cama.
-¿Y si os cuento la terrible historia del capitán Garfio?-la chica cerró un ojo mientras que, con el dedo anular de la mano izquierda recreaba la forma de un garfio.
Era la historia favorita de los niños, pues narraba la vida de un capitán muy tonto al que un cocodrilo se le comió la mano izquierda junto a su reloj.
-Y cada vez que sentía su presencia se oía: Tic. Toc. Tic. Toc. A un ritmo muy lento, como esperándole en lo más profundo de sus pesadillas. Pero las pesadillas eran reales- Cada vez que Wendy contaba la historia hacía que sus hermanos se asustasen.
Los niños se solían acabar durmiendo enseguida, pero ella seguía contando todo hasta el final, enfrascada en su papel de narradora y pirata.
Pensaba que nadie la escuchaba en la oscuridad de la casa.
Pero no era así.
Una sombra escondida en el balcón absorbía cada palabra se esa chica.
Se acercaba a la ventana abierta para escuchar mejor, y en una de estas acabó cayendo dentro del cuarto.
Wendy casi pegó un grito, pero el chico puso su mano en la boca de ella.
-Shhh. Tranquila. No te haré nada malo. Es que.... Ems.... He perdido mi sombra- En la oscuridad absoluta su voz sonaba reconfortable.
Wendy alargó un brazo sin que él se diese cuenta hacia la luz y la encendió de golpe, entonces el chico se separó enseguida y miró al suelo.
-Ahí tienes tu sombra "desaparecida". Ahora dime, ¿A qué has venido?
-A escucharte. Vengo de un lugar un poco alejado. Cuido a niños olvidados, niños perdidos. Yo soy como su padre, no tienen a nadie más. Pero hace poco apareció un señor del distrito, un abogado de esos y nos quiere echar del lugar. Dice que es una zona ilegal y cosas así. Necesitamos otro lugar donde hospedarnos y estaba mirando por esta zona hasta que oí tu voz.
-Aja, así que niños perdidos- Replicó Wendy con incredulidad.
-Así es, niños abandonados por sus padres, niños olvidados en la puerta de una casa o iglesia... Niños.
-Iré contigo a ayudaros, pero me llevaré a mis hermanos, que ya duermen.

De madrugada se veía un grupo de 4 chicos en bicicleta alejándose de la ciudad. Nana con sus ladridos no había conseguido que se quedasen en casa, pero no sin antes dejar una carta explicando los motivos de la huída.
En cuanto se alejaron de la ciudad los niños empezaron a tener miedo. ¿Y si se perdían? ¿Por qué su hermana había confiado en un desconocido? Pese a sus dudas no quisieron discutir y se callaron.
Se veía todo montes y valles. Peter, que así se llamaba el muchacho, les dijo que había que seguir la segunda estrella a la derecha, y luego ir todo recto hasta el amanecer.
En cuanto los primeros rayos de sol se asomaron se empezó a reconocer un caserón en el horizonte.
Era de color blanco, aunque la pintura se empezaba a desconchar por la edad. Seguramente en el siglo XX habría sido una casa hermosa con dueños afortunados, pero ya no quedaban resquicios de esa fantástica belleza.
En cuanto llegaron pasaron la ya oxidada verja de hierro que evitaba que animales raros entrasen.
Y allí, tras pasar la valla, Peter corrió hacia la puerta y llamó varias veces con el puño.
-Contraseña.
-Muajajaja, vengo a ver el País de Nunca Jamás.
Sin dar a conocer si la respuesta era verdadera o falsa se abrió la puerta.
Tras ella se encontraban dos niños iguales de cabellos rojizos, pero al sonreír Wendy se fijó en que a uno de los dos le faltaba un diente delantero.
-Wendy, estos son Luke y Harry. Vinieron nuevos hace muchos años, apenas tenían 3 y ahora no les falta nada para hacer 10.
-Anda, como yo- Saltó John, y, seguidamente añadió-. Nosotros somos Wendy, Michael y John Darling. Somos hermanos y venimos de Londres.
-Guau, de la gran ciudad, yo quiero ir ahí algún día- El chico sin diete, Luke, se acercó enseguida a John-. Vamos, te voy a enseñar a ti y a Michael todo esto. ¡Vamos Harry, no te quedes atrás!
Peter dejó que Wendy pasara y le enseñó el orfanato.
Los cuartos de arriba eran habitaciones. Algunas puertas estaban cerradas, pues a esas horas todos estaban dormidos. La parte de abajo la ocupaba una cocina pequeña, un enorme comedor con una mesa muy larga y sillas de todos los tamaños y colores y un salón con sofás a los que se les salían los muelles.
-No suele entrar mucho dinero, y menos ahora con la crisis esta- Dijo Peter apenado-. Voy a ir preparando los desayunos para todos, supongo que tú y tus hermanos tendréis hambre.
Sacó un conjunto de cucharas, tenedores, vasos y tazas y los fueron colocando en la mesa. Después, Peter llamó a los niños haciendo sonar una campanita.
En apenas unos segundos una tromba de niños bajaron al comedor y se sentaron.
Wendy y sus hermanos se sentaron intentando no disimular el hambre que tenían.
-¿Quienes son los nuevos?- Un chico algo gordo y con muchos lunares observaba a John, Michael y Wendy.
-Seguramente los trajo Peter esta madrugada- Le contestó un chiquillo alto con pintas de Daniel el Travieso antes de lanzarle un trozo de pan al otro chico-. ¿No es así Pet?
-Así es, la chica guapa viene a contarnos historias de piratas y creo que juntos nos van a ayudar con el señor Hook- Fue Harry quien dio punto final a la conversación.
-¡No es justo Peter! ¡Somos una familia!- Una voz muy infantil sonó desde la otra punta del cuarto. Una niña de cabello casi blanquecino y piel muy pálida se enrojeció al ver que todos se callaron para observarla.
-Campanilla, no te pongas celosa, que Peter sigue siento tuyo- Otro chico con pintas de macarra le replicó su forma de hablar, y luego empezó a lanzar besos falsos al aire imitando a la niña.
-¡Ooh! Te la vas a cargar, palabra de Campanilla.
La niña se levantó de su silla rosa y se acercó al chico para soltarle un puntapié. Después fue donde Peter, que charlaba amistosamente con Wendy.
Ahí la chica se fijó en que la niña no llegaría a los ocho años, o al menos no los aparentaba.
-Peter, ¿Por qué los trajiste?- Empezó a lloriquear en sus brazos.
-Shhh... Vamos, tranquilízate- Ponía una voz tranquilizadora-. No pasa nada. Ellos nos van a ayudar.
-¡No es justo Peter!- La niña le gritó roja de la ira. Sus ojos claros brillaban con furia. Después, se fue a su cuarto y cerró de un portazo.

Tras este incidente no sucedió nada más. Los niños enseñaron a los nuevos a jugar a tonterías que ellos se habían inventado.
Una chica vestida de india americana no dejaba de mirar a John. Y él la sonreía cada vez que la pillaba in fraganti.
-Creo que se gustan- Dijo Peter al oído de Wendy-. Ella se llama Sarah pero viene de descendiente indios, se nota en sus rasgos. Sus padres la dejaron tirada siendo un bebé y está aquí desde entonces. Le gusta leer sobre su cultura y duerme dentro de un tipi montado en su habitación.
Wendy se sorprendió al saber que Peter se conocía a cada niño como si fuese su propio hijo. Él cuidaba de hijos que no eran suyos cuando él seguía siendo un niño.
Aquella noche hicieron una pequeña hoguera y bailaron todos a su alrededor.
Desde una ventana, Campanilla observaba a Wendy con furia. Había ido a robarle a su Peter y él parecía quererla más que a ella, que llevaba con él desde siempre.
La pequeña empezó a planear un mezquino plan. Quería conseguir toda la atención de Peter, quería que fuese todo suyo.

Al día siguiente, antes de que todos se despertasen, una niña salió a hurtadillas del caserón. Subió en su bicicleta y se alejó con un papel en la mano. Era la firma con la que Peter firmó una carta de amor a ella.
Bueno, fue jugando a 'papás y mamás', pero esa carta de amor era verdadera. O al menos eso pensaba Campanilla.

Ninguno de todos se acordó de Campanilla. Supusieron que seguía enfadada con Wendy y por eso no salía del cuarto.
Pero fue después de comer cuando todos se dieron cuenta de la traición de la niña.
Sobre las 3 de la tarde un grupo de coches se plantó ante la verja.
De uno de ellos salió Campanilla toda seria.
Por el otro lado salió un señor alto y delgado. El pelo negro y ondulado lo tenía casi por la cintura. Con sus ojos, que los tenía muy claros y su piel morena habría intimidado a cualquiera.
Entre eso y su mano izquierda, que le faltaba y en su lugar había un enorme garfio, haciendo honor a su apellido (en inglés, Hook es Garfio)
Quizá por eso llegó a ser el abogado de alta alcurnia que era.
-Bien, bien, Peter. Luchaste todo lo que pudiste, pero al final una niñita de las tuyas te ha traicionado- Dijo a voz en grito por un megáfono-. Ahora la mansión

Ahora la mansión Neverland, o como la llamáis vosotros, Nunca Jamás me pertenece Peter- Decía con recochineo-. Y tengo tu firma que lo demuestra.
Salieron uno a uno todos los niños de la casa.
-¿Qué quieres maldito bastardo?- La voz de Peter sonaba todavía dentro de la casa.
Al cruzar el umbral de la puerta vio a Campanilla cabizbaja al lado de Hook y lo entendió todo.
-Campanilla... ¿Cómo has podido?
-No fui yo, fuiste tú quien trajo a Wendy, y quien rompió nuestra amistad Peter.
-No es verdad pequeña, te sigo queriendo. Pero ellos son nuevos y vinieron para ayudarnos.
-Paren paren, ¿Todo esto va por una pelea de enamorados?- Fue un señor regordito llamado Smith el que había pronunciado estas palabras.
Todos se callaron y Campanilla empezó a ruborizarse dando por afirmativa la respuesta.
-Campanilla... No me esperaba esto de ti... Cualquier cosa menos esto.
-Cierto. Por un peleita por Peter nos has dejado sin casa.
-Campanilla, o todos o uno
Los niños perdidos empezaron a levantarse.
No les quedaba nada más que la vieja casa.
-Y, si el señor Hook no nos quiere devolver la casa lo haremos nosotros- Soltó John y seguidamente salió corriendo hacia el hombre.
Todos los niños empezaron a pelear por su hogar contra el séquito de personas que allí se encontraban.
Se armó una revuelta, ya nadie sabía a quien pegaba, a quien le ponía la zancadilla...
La única persona que permanecía en su sitio era Campanilla, con la cabeza agachada y las manos en los bolsillos empezó a reaccionar.
Se dio cuenta de lo que había hecho.
Y, antes de que alguien se le adelantase, empujó a todos a su paso hasta llegar a Hook, al que le arrebató la firma y la rompió en mil pedazos con sus minúsculas manos.
-¡Nooooooo!
Hook empezó a llorar como un niño. La pelea se calmó y los seguidores del abogado se dieron media vuelta para irse a su casa.
Hook fue levantado por el señor Smith y se lo llevó en el coche.
Los niños no reaccionaban a lo que veían.
Habían ganado. Volvían a tener casa.


Al día siguiente Wendy, John y Michael se despidieron de los niños para volver a casa.
John consiguió el ansiado beso en la boca de la niña india y se sonrojó mucho.
Los tres fueron obsequiados con regalos y dibujos.
Pero, antes de marcharse, los niños empezaron a
llorar.
Ellos también querían volver con sus padres. Pero no tenían.
-Os podéis venir todos con nosotros, a nuestros padres no les importará- Propuso Michael y todos asintieron.
Peter asintió también, había llegado la hora de las despedidas.
Corrieron todos a por sus bicicletas.
Unos fueron delante, pero Peter y Campanilla se quedaron atrás.
-Iros vosotros. Nosotros no queremos crecer. No ha llegado nuestra hora de marcharnos. Yo todavía tengo que cuidar de muchos niños perdidos. Y Campanilla estará a mi lado siempre.
Los niños, pese a quedarse sin su capitán, se fueron.
Al anochecer llegaron a su casa.
Wendy subió las escaleras de dos en dos y entró en su cuarto. Le pidió a los niños que se callasen, sentada en una silla, su madre dormía. Había dejado la ventana abierta por si volvían. Les estaba esperando.
-Mami, hemos vuelto- Michael despertó a su madre acariciándole la cara-. Y hemos traído unos niños que necesitan un padre y una madre como tú.
Todos los niños corrieron a abrazar a su nueva madre y ella sonrió encantada.


Wendy cada día, en cuanto anochecía, miraba las estrellas, pero sobre todo la segunda a la derecha, pues sabía que bajo ella, se hallaba Nunca Jamás, y donde estaba Nunca Jamás siempre estaría Peter. 

3 comentarios:

  1. Me gusto la historía y como la fuiste combinando con Peter Pan, felicitaciones fue un lindo trabajo!
    Saludos! :)

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  2. me gusto mucho, tienes un don para la escritura :D yo tambien he escrito algunas cosas, al igual que tu, las publico en mi blog
    Saludos!
    Pd: te sigo, soy parte de la iniciativa blogs asociados

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